de tiempos revulsivos y talleres literarios
de invitarte a una pensión vergonzosa
y que aceptes porque «qué mas da»
es la vida que nos toca/que sabemos disfrutar
Y usar libros como asientos/mesas
mirar siempre atrás cuando amanecía
mezclarnos entre gente de oficina
sin otra obligación más que escribir
de vez en cuando
un buen cuento o poesía
para sacarnos esa sustancia viscosa
que nada tenía que ver con la libertad
pero que tanto se le parecía
escribir para que por cansancio aparezca
en algún rincón de un verso
en la verba de un señuelo
sin darnos cuenta, la puta,
que iba a ser tan evidente que el tiempo
(esa sustancia viscosa)
iba a desnudar el sinsentido
lo que quedó grabado a fuego
recién ahora lo entiendo
de talleres literarios y de tiempos revulsivos
de abrirte la puerta valientemente
pensando que quizás eras uno de ellos
y que mi vida no valdría nada
solo el recuadro de un diario
la indignación de algún maestro
que me empujaba a escribir lo que fuera
en donde fuera/como fuera
que algún día entendería
esos libros que eran mi asiento/mesa
los vestigios de una época
que ahora mientras amanece
y miro al frente
me cierra despacio la puerta.
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